Al hilo del post anterior y viendo que mucha gente sigue pensando que los productos de antes tenían mejor sabor (y que conste que no seré yo quien lo ponga en duda) os invito a que tengamos otra reflexión sobre esos recuerdos de sabores sublimes, de sabores que llegaban a rozar el nirvana del gusto en nuestro paladar, y que eran fruto de una cuidada y esmerada producción y un cariño desmesurado por la excelencia y el trabajo bien hecho.
Ante todo, y como siempre recordar que lo que a continuación vais a leer es fruto de mi experiencia y no por ello cierto ni verdadero, comprobarlo por vosotros mismos y disfrutar de la experiencia.
Dicho esto, nos pondremos en situación, y sólo trataré uno de los aspectos del sabor de las frutas y verduras de hoy en día, este parámetro será el punto de maduración, en el siguiente post hablaremos de producción y uso de productos.
Tenemos dos tipos de frutas y verduras, los frutos climatéricos y los no climatéricos, esta distinción es fundamental en cualquier discusión acerca de los sistemas de cosecha, de la comercialización y de la conservación en postcosecha de los frutos. Aquí tenéis toda la información, y aquí un apunte de Felíx Cardona, pero resumiendo…:
Los frutos climatéricos son los que presentan cierto grado de maduración después de la recolección y los no climatéricos los que no maduran después de la recolección.
Dicho esto, ante nosotros se presenta el gran dilema de esta sociedad, la tan idolatrada y adorada logística de estos tiempos, que es maravillosa para unas cosas y algo menos interesante para otras.
Vamos a hacer un ejercicio muy sencillo de lógica matemática. Normalmente cuando vamos a comprar fruta y verdura le solemos pedir a nuestro pequeño o gran comerciante que nos venda productos que nos duren 3 ó 4 días, siguiendo esta línea, el comerciante le pide lo mismo a su proveedor, y a su vez éste le pide lo mismo al mayorista, que para no ser menos le pide lo a la cooperativa (sí, cooperativa es donde se subastan las verduras que comemos) que a su vez le pide también algún día más al agricultor, y aquí reside parte del misterio del sabor. Si hacemos la suma unos 15 días en el mejor de los casos y yo os digo que……
¡Por supuesto que un tomate o una naranja recién cogida del árbol tiene mejor sabor, nadie lo va a dudar! ¿pero seguro que es por las prácticas en la producción?
Si a esto unimos que nuestros paladares han sido sobre saturados de azúcar y grasa durante los últimos 30 años podemos entender que digamos eso del sabor de antaño, feliz noche y recordar que, tendréis que hacer la prueba para poder salir de dudas, yo ya me he comido un tomate en un invernadero de Almería y he llorado de lo rico que estaba.
Si os gusta la forma que tengo de entender nuestro entorno aquí puedes leer más.