Una de las muchas cosas que me han acompañado durante mi vida es la necesidad de hacer, siento una necesidad incontrolable de hacer, producir, avanzar, crear, construir y evolucionar.

Esta necesidad me ha llevado a no parar durante mucho tiempo quieto en un sitio, siendo toda mi vida un culo de mal asiento. También me he ido convirtiendo en una persona que siente que si no está haciendo, no tiene sentido estar. No porque no sea interesante lo que veo o lo que disfruto en un espacio, no es por eso, es por la sensación de pérdida, de falta de sentido y de irrelevancia que no hacer me hace sentir.

Lo cierto es que llevo ya unos años trabajando en el control de mi irrefrenable necesidad de hacer, también en la necesidad de parar, disfrutar y sentir la vida. Sentir que lo maravilloso reside en el mero hecho de ser y de sentir, tengo que reconocer que es un trabajo que me cuesta mucho llevar a cabo y aún más concretar, cuando me descuido me encuentro de nuevo haciendo 😂😂😂.

Pero hoy os quiero hablar de algo de lo que he sido consciente en los últimos tiempos, algo que me ha hecho replantearme todo lo que siento y a la vez todo lo que hago.

Toda mi vida la he pasado haciendo con un fin, con un sentido y esperando un resultado.

Creo que esto que acabo de decir es algo que nos sucede a todos, hacemos para llegar a un fin, conseguir una meta, materializar un sueño o crear algo que merezca la pena, pero en los últimos tiempos como te he planteado hace unas líneas, he descubierto el arte de hacer por hacer, ese arte que te invita a disfrutar del hecho de hacer sin perseguir ningún fin, sin tener que lograr un objetivo concreto, sin esperar un resultado deseado y sin ansiar el retorno por lo hecho.

Es una sensación extraña y a la vez muy agradable, no sé exactamente cómo describir lo que ahora mismo estoy sintiendo pero tengo que decir que me hace tener una perspectiva mucho más amplia de la vida, de lo que hago, de lo que creo y de por qué quiero obtener algo concreto de cada cosa que creo.

El arte de hacer sin esperar te lleva a replantearte cuál es el fin de hacer, qué hemos aprendido sobre hacer y para qué hacemos, espero que si como es mi caso, eres de los de hacer y sobre todo de los de hacer con un fin concreto, estas líneas te ayuden a ver con una nueva perspectiva el arte de hacer.

En estos momentos hacer es la consecuencia en sí, no es el camino, es la meta. Lo que va ocurriendo mientras hago se ha convertido en el camino.

Share This