Recordaros que ésta es una visión personal sobre mi entorno tanto profesional como personal y la evolución que ha ido sufriendo con el paso de los años, no es la única y creo que cada uno tendrá su visión de lo que es Freeland Cook y de lo que es David Ariza Abad. Ésta simplemente es la forma cómo siento esta evolución desde dentro.
Empecé a trabajar hace más de 25 años, y desde enero de 2015 comencé mi tercera aventura empresarial desde Freeland Cook y lo cierto es que está siendo una aventura increíble, el apostar por salir del día a día de la cocina no fue una decisión sencilla (aunque tengo que reconocer que tampoco fue una decisión meditada) y sobre todo fue una decisión emocional.
Hoy en día cuando pienso en mis inicios jamás me habría imaginado poder hacer las cosas que hago, colaborar en los proyectos que colaboro y compartir inquietudes con la cantidad de personas con las que comparto mi camino profesional y por ello lo primero que quiero es agradecer a todas estas personas la oportunidad y la confianza.
Sin menospreciar el esfuerzo que hay que realizar para conseguir tus objetivos y sin menospreciar el trabajo que hay detrás, cada día soy más consciente de que la fe en tu trabajo es el mayor motor que puedes tener, y creer en tu objetivo la más completa de las gasolinas.
Dicho todo esto, me doy cuenta que vivimos en una sociedad en la que el último paso es lo que somos. Esta realidad me agrada y aterra a la vez, no me da miedo equivocarme, hacer el ridículo, no ser socialmente aceptado o nadar contra corriente, de hecho, me siento a gusto en este tipo de situaciones.
Pero me preocupa que como sociedad se haya dejado de valorar la trayectoria y el camino de las personas para centrarnos en el último error o en el último acierto ¿realmente somos nuestro último paso? nuestra esencia se reduce a ese último momento y a ese instante final, somos esa realidad más reciente en la que nos fijamos.
Espero poder seguir equivocándome y acertando, espero, poder seguir siendo díscolo e inconformista, pero sobre todo espero que sigamos caminando para poner en valor nuestro entorno y a las personas que lo conforman.
Recordar que lo único importante de todo lo que un ser humano puede hacer es:
Lo que haga para hacer de su entorno un lugar mejor.