¿Quieres triunfar como formador? Los secretos de la comunicación por Mercè Roura.

Hoy quiero compartir un post de……

Mercè Roura que forma parte del equipo de Los secretos de la comunicación

Disfrutar de esta increíble comunicadora y de su magia.

¿QUIERES TRIUNFAR COMO FORMADOR? ESCUCHA

Seguramente al leer el título de este post has pensado ¿Ya está?¡Qué fácil!

Sin embargo, me atrevo a hacerte ahora otra pregunta y no te lo tomes a mal… ¿Sabes escuchar?

Lo digo porque la inmensa mayoría de personas creen que escuchar es estar delante de otro ser humano, permitirle contarte su historia y sus problemas, mientras tú con la mente estás revoloteando en la lista de la compra, en ese informe que tienes pendiente, en si antes de volver a casa podrás pasar por la tienda de mascotas por comida para peces y por si tendrás tiempo de contestar todos tus mensajes de WhatsApp. Eso no es escuchar.

Además, aunque te parezca mentira, tú creerás que esa persona se ha quedado tranquila y se ha sentido escuchada, pero es persona sabe perfectamente que no le has hecho caso, que en realidad no estabas pendiente de ella y que no le has dedicado ni un instante de tu tiempo. Tu cuerpo te delata.

Escuchar no es dejar que la voz de otra persona entre por tus oídos y seas capaz de captar alguna idea de vez en cuando entre la maraña de pensamientos que tienes en tu cabeza. Escuchar es prestar atención. Se escucha con todo el cuerpo, se escucha con la intención. Se escucha más con los ojos que con las orejas, en realidad… Escuchar es una decisión, una forma de vida. Es estar presente en tu vida y actuar a consciencia y con sentido. Es decidir acompañar sin juzgar y durante un rato hacer protagonistas a los demás. Eso es lo que hace un buen formador o una buena formadora.

¿Cómo aprendo a escuchar? Te preguntarás. Ahí vamos.

Hay evidentemente un lenguaje corporal de la escucha, la escucha activa, la escucha empática. Hay algunos gestos y posiciones corporales, que si los trabajamos, no solamente sirven para que esa otra persona o personas se den cuenta de que realmente les estamos escuchando y se sientan acompañadas, sino que refuerzan en nosotros esa idea. Podemos aprender el lenguaje corporal de la escucha, pero si nuestra mente está cerrada a esa idea o ausente con la lista de la compra no estaremos escuchando, estaremos fingiendo que escuchamos. La buena noticia es que a escuchar se aprende si hay interés genuino, la «mala», por decirlo así, es que si no tomamos la decisión de hacerlo de verdad, si no hacemos este cambio como una nueva forma de vida, todos esos gestos y posiciones corporales que aprendamos no engañarán a nadie. El lenguaje corporal está totalmente ligado al subconsciente y todos somos expertos en él. Esa persona a la que finges que escuchas, pero en realidad ignoras porque tienes la mente en las nubes, no sabrá decir por qué pero tendrá muy claro que no la estás presente en la conversación.

Escuchar es una actitud, un entrenamiento mental. Cuando lo hacemos de verdad, nos conectamos a otras personas y esa conexión obra magia, genera empatía.

La escucha requiere un trabajo interno de autoconocimiento, de liberación de creencias limitantes, que nos permite despojarnos (ni que sea por un rato al principio) de nuestros juicios y esa forma de mirar que etiqueta y encasilla y ver a los demás desde la inocencia. Escuchar desde el ser y no desde el personaje que hemos construido a base de capas de miedo para evitar quedar en ridículo y que otros nos juzguen a nosotros.

Un buen formador entra en el aula, sea física o virtual, y se despoja de prejuicios y de todo aquello que le contamina la mirada y escucha.

Comparte sus conocimientos, pero sabe que también ha venido a aprender.

Mira a sus alumnos sin etiquetarlos. Sin establecer de antemano lo que son capaces de hacer y lo que no. Deja que le sorprendan y se permite ver sus infinitas posibilidades. Y eso hace que él o ella también se abran a infinitas posibilidades.

Cuando nos abrimos a que los demás puedan ser extraordinarios, nosotros también nos convertimos en extraordinarios.

Cuando escuchamos a los demás ponemos en marcha un mecanismo maravilloso que nos permite escucharnos a nosotros mismos y conocernos.

El trabajo que hacemos con los demás es el trabajo que hacemos con nosotros, por eso el que se escucha a sí mismo es capaz de escuchar a otros y el que escucha a los demás se reencuentra consigo mismo.

Cuando alguien consigue eso alcanza un equilibrio, una coherencia, una capacidad de conectar que le lleva al éxito.

El éxito es vivir amando lo que haces y haciendo lo que amas, creciendo, aportando y aprendiendo. Vivir en paz contigo mismo.

Mirar sin juzgar a los demás no solo les libera a ellos, a quien más libera es a nosotros mismos.