Todo lo que a continuación te voy a contar, no deja de ser una opinión personal y muy particular de lo que podría llegar a ser un gran formador, una persona que transmita conocimientos, que se preocupe de que esos conocimientos los integren sus alumnos y que además este comprometido con brindar a sus alumnos todas las herramientas que hagan posible que ese aprendizaje y esa integración se transformen en una aplicación práctica de lo aprendido.
Voy a centrarme en la formación gastronómica y en cómo deberíamos de ser los profesores de cocina, o por lo menos, como podríamos llegar a ser.
En esta serie de artículos que voy a ir compartiendo contigo quiero mostrarte todo lo que podemos llegar a ser como formadores y todo lo que se podría llegar a esperar de personas comprometidas tanto con la formación como con el crecimiento personal de los alumnos.
Vamos a comenzar por la parte más importante:
Tienes que olvidarte de ti como profesor y entender que lo más importante en una clase es el alumno
Esta es la primera y más importante lección que debemos de aprender como formadores, una lección que hará que todo nuestro universo profesional cambie y se transforme de una manera que no somos capaces de imaginar.
La formación desde hace muchos años a puesto el foco en el docente, el maestro se ha convertido en el centro del aula, en la persona entorno a la cual gira toda la narrativa formativa.
Pero ¿qué pasaría si le diésemos todo ese protagonismo al alumno?
¿Qué pasaría si el alumno pasase a ser lo más importante dentro de una clase?
Os invito a reflexionar sobre este tema, simplemente para ver a qué lugares nos puede llevar este debate y cómo podríamos empezar a reflexionar sobre un tema tan importante como este.