Hoy quiero compartir un post de……
Mercè Roura que forma parte del equipo de Los secretos de la comunicación
Disfrutar de esta increíble comunicadora y de su magia.
Recuerdo la primera vez que hablé en público. No me refiero a dar la lección en clase sino a una charla preparada. Era una adolescente. Estaba tan nerviosa que pasé los diez minutos antes de subir a la tarima decidiendo si decir «desmentido» o «negado». El segundo término era más claro, sin duda, pero el primero era más culto e impresionante… Lo había visto en muchos artículos en periódicos y oído en la televisión, es muy periodístico y yo por aquel entonces quería ser periodista.
Solo con decirlo todos se reían de mí. Mercè, la niña bajita y menuda que se escondía del mundo porque no soportaba el sonido de su voz cortando el silencio quería hacer entrevistas y contar noticias… ¡Y además en la tele! Era uno de esos sueños que casi no sueñas en serio porque parecen imposibles…
El caso es que ahí estaba yo. Nerviosa, diminuta, con la boca seca, el corazón acelerado y un mareo que me hacía flotar. Había preparado un tema que me parecía interesante para el resto de la clase, que no hace falta decir no esperaba mucho de mí más que tal vez reírse un rato cuando me quedara en blanco y empezara a tartamudear. Sabía que lo tenía todo en contra. No contaba ni con un físico imponente, ni con una voz sonora (hablaba con una de esas princesas Disney en apuros) y no era la chica más popular, al contrario.
Algo bueno de que nadie espere nada de ti es que hagas lo que hagas no vas a decepcionar a nadie.
El que caso es que mi turno llegó y yo tarareaba ingenuamente esas dos palabras, menuda estupidez, «desmentido» o «negado» como si fueran importantes. Creo que era una forma en que mi cerebro intentaba encontrar una vía de escape para una tensión que en aquellos momentos alcanzaba límites.
Me puse ante toda la clase. Los ojos de todo el mundo, todo el mundo parecía estar allí, se clavaban en mi cuerpo pequeño y acomplejado. Abría la boca y empecé a exponer el tema… Menudo fiasco, diez minutos decidiendo qué palabra usar al final por mi boca salió algo así como «desnegado» y las risas de mis compañeras rompieron el silencio y me rompieron por dentro.
En aquel justo momento en que las carcajadas cesaron y yo estaba con la cabeza gacha, creo que tomé una de las decisiones más importantes de mi vida. No tiene mucho mérito porque no lo sabía en realidad, pero lo hice. ¿Vamos a por todas Mercè o nos escondemos como siempre?
No, no os voy a mentir. No levanté la cabeza con toda la confianza del mundo en mí como si estuviera en una peli americana en la que la chica de la que nadie espera nada arrasara entre aplausos y vítores, para nada. Sencillamente decidí seguir. Sin pensar mucho, sin imaginar qué pensaba. Arrastrarme hacia delante y hablar, dar mi discurso lo mejor que pudiera o lo peor pero hacerlo, sin esperar nada. Levantarme del lodo imaginario y crecer. Abrir la boca y contar lo que tenía previsto. Dejar de pensar que me miraban y empezar a pensar en lo importante, lo que quería explicar. Y lo hice. En aquel instante decidí que podía, fuera como fuera. Sin magia, sin aplausos, solo poder hacerlo. Y me di cuenta de que la forma era dejar de pensar en mí y pensar en para qué estaba allí y en aquella historia que había preparado. Eso me dio fuerza, eso sacó a la periodista que llevaba dentro y me permitió hablar durante un rato.
No salió muy bien, pero salió. A juzgar por las caras de sorpresa algunas de mis compañeras, que no esperaban nada de mí, no fue tan mal.
Aquel momento pasó y yo respiré tranquila. Cuando la clase terminó, la profesora se acercó a mí y me felicitó. Yo le dije que no estaba muy satisfecha con el resultado, pero ella me miró fijamente y recuerdo que me dijo «puedes aprender más soltura, pero has conseguido algo que no hace mucha gente, cuando hablabas todas te prestaban atención, vas a tener que contarme cómo» y se puso a reír.
No di nada de importancia a aquella explicación hasta que años más tarde, después de haber trabajado en la radio y la televisión, me disponía a dar mi primera conferencia ante un auditorio repleto y pensé… Uf, Mercè, esto no es un micrófono ni una cámara, son personas de carne y hueso que te miran, bostezan, se levantan y ponen mala cara si no están de acuerdo.
Y el aquel momento recordé… No pienses en qué piensan sobre ti, en si te miran o te juzgan. Piensa en lo importante, el mensaje que tienes para esas personas, lo que les quieres contar, piensa en ellas porque son las que importan y en lo que tú puedes ofrecerles hoy aquí.
Ese el para qué estás donde estás, el mensaje valioso que quieres aportar y transmitir… Eso es lo que te mueve. Lo que convierte a la niña diminuta, tímida, que se asusta de oír su propia voz rompiendo en silencio de una gran sala en una comunicadora. El propósito, el sentido, la fuerza que hace que salgas adelante a pesar de que a veces todo esté en tu contra o lo veas así.
Hace tiempo dejé el periodismo para dedicarme a la formación en inteligencia emocional, el coaching y a escribir, pero la periodista curiosa y menudita que había en mí me acompaña siempre.
Si vas a hablar delante de muchas personas recuerda que lo que importan son las personas y lo que tú les puedes aportar. Eso sí que es magia.
la comunicación
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En 8 años dando clases me he dado cue nta que hay ciertos patrones que merece la pena conocer.
Por eso he creado este vídeo donde encontrarás 3 claves que nadie te ha contado sobre cómo comunicar mejor ¡y triunfar en tu aula!
Pero NO SÓLO ESO. También vas a encontrar una oportunidad de cambiar para siempre tu forma de comunicar. ¿Sabrás encontrarla?
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YA LO SÉ, YA…
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Pero NO SÓLO ESO. También vas a encontrar un montón de herramientas y hacks útiles para mejorar tu autoconocimiento y tu autoestima. ¿Te unes a nosotros en el camino para crear una comunicación que impacte en el aula y en tu vida?
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