Y repitiendo platos es imposible que puedas poner en valor tu entorno y crecer como profesional y persona.
Una de las cosas que he ido aprendiendo con el paso de los años, es que:
Repetir recetas no es cocinar, si no va unido a este acto, un acto de sensibilidad y cariño.
No podremos llegar a ser grandes cocineros si no somos capaces de sentir nuestro entorno y con ello, capaces de poder transmitir el valor que este entorno nos aporta en cada uno de nuestros platos.
La sensibilidad y la delicadeza deben de ir unidas a la cocina en la misma medida que van unidas las recetas y las técnicas, y lo mejor de todo esto es:
Que se puede enseñar y aprender a ser sensible y delicado a la hora de cocinar y de relacionarnos con nuestro entorno.
Esto nos ayudará a respetar y poner en valor cada ingrediente y cada producto que llegue a nuestras manos, tanto en nuestro trabajo como en nuestra vida personal, con ello no sólo conseguiremos ser mejores profesionales, si no que también seremos mejores personas.
Que una persona arranque, queme o fumigue una planta silvestre o el campo en general, depende de su sensibilidad, y cada persona tiene una.
Pero si esa planta la asociamos a alimento, la sensibilidad de esa persona se multiplica por 100 y esto es lo realmente importante, que seamos capaces de sensibilizar al mayor número de personas sobre la necesidad de hacer de nuestro entorno un lugar mejor cada día.
Nos queda un gran trabajo por delante desde la formación gastronómica, el hacer de nuestros alumnos mejores profesionales, pero sobre todo:
Mejores personas que cuando llegaron a nuestras manos.