Es tiempo de artesanía.
Tiempo en el que lo artesano se eleva al grado de divino.
Como siempre os digo esto es una reflexión personal y no tiene ningún valor más allá de un simple comentario a raíz de los últimos acontecimientos en mi vida.
Es realmente curioso la facilidad que tenemos como personas de ensalzar o menos preciar cualquier cosa según la moda de turno que toque, y es realmente curioso que hayamos perdido completamente el espíritu crítico y analítico que nos ha hecho llegar al punto actual de progreso.
Nos extrañamos de los radicalismos en política y de sus consecuencias, pero nosotros nos hemos convertido en radicales del producto, en radicales de los artesano y en abanderados de una batalla por preservar cosas que tienen el sentido justo de ser.
¿No sería más coherente hablar de bien hecho o mal hecho? y unirle el valor que puede aportar el terreno, la proximidad y la artesanía.
Tras unos días escuchando hablar de tradición, artesanía, terreno, identidad, valor, tradición, proximidad y cercanía.
¿en que se diferencia un extremista político de un extremista de los artesano y autóctono?
Con esta reflexión simplemente os invito a buscar preguntas más que a conseguir respuestas.